lunes, 2 de noviembre de 2015

COMPARTIENDO TU OPINIÓN

Educación en valores o en virtudes.
Salvador Calva Morales
Al influjo de la costumbre, nos pasamos diciendo que debemos educar en valores. Sin embargo, si tomamos en cuenta que los valores son convenidos y responden a una moralidad (que no es lo mismo hoy que ayer o mañana), cabe preguntarnos ¿qué estamos enseñando?
Las virtudes son parte de la esencia misma del ser, porque tiene que desarrollarse paulatinamente, forman parte de nuestra individualidad, que no de nuestra personalidad, no son barniz de por encimita, que al primer rayón se caen, no están tasados bajo un precio, no se intercambian o venden.
El diccionario dice que una virtud es una cualidad que permite, a quien la posee, tomar y llevar a término las opiniones correctas en las situaciones más difíciles para cambiarlas a su favor...
En cambio los valores son aquellos principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas.
Ciertamente las virtudes y los valores son necesarios. Resiliencia, templanza, fortaleza, prudencia, justicia, compasión, paciencia, son virtudes. Empatía, buenos modales, sentido del humor, confianza en sí mismo, son valores.
Es muy  fácil enseñar valores. En cambio, para que alguien más aprenda una virtud, el mentor tiene que vivirla y mostrarla, para que pueda contagiar a otros.
Ahí es donde resulta más difícil educar, porque a fin de cuentas el educando ve, por encima de nuestras palabras, nuestros hechos, fácilmente puede descubrir si  no hay congruencia.
La doble moral fácilmente se pone al descubierto: hagan lo que digo pero no lo que hago. Sí, esa misma actitud desalienta que otro quiera cumplirla, pues detrás de las palabras que no tienen sustento se adivina el afán de mezquina dominación, más que de una conducción para la trascendencia.
Como sociedad, como instituciones educativas, como mentores, tenemos que ponernos a reflexionar seriamente en lo que estamos haciendo, y lo que estamos logrando para construir a México, para formar a sus mexicanos.  Y si encontramos que la doble moral no funciona, tendríamos que plantearnos cambiar los objetivos de nuestras acciones para lograr la meta de hacer de éste un sitio mejor: vivir las virtudes, mostrarlas en el día a día y contagiar a otros.
Templanza invita a no caer en los excesos. Resilencia es sobreponerse a situaciones adversas y seguir avanzando. Prudencia es no realizar actos o emitir opiniones impensadamente. Justicia es dar a cada uno lo que corresponde. Compasión es actuar en amor hacia los semejantes. Paciencia es tener capacidad para aceptar que las cosas no siempre son como queremos.
Cultivar las virtudes adecuadas permitirá crear un ambiente social más sano.
Tal vez no sea sencillo lograrlo, pero si procuramos vivir en una virtud de manera constante hasta hacerla parte de nuestro ser estaremos haciendo mucho bien al mundo, al contagiar con el ejemplo a quienes están alrededor.
Por eso te invito a que al menos diariamente realices un acto de bondad, un acto que cuando realices tu balance diario la balanza se incline hacia el bien y el progreso.
Te aseguro que con granitos de arena podemos cambiar el mundo. Empecemos ya.
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.




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