Silencio, recogimiento y disfrute.
si disfrutáramos con mayor
frecuencia del silencio y del recogimiento”.
Abel Pérez Rojas.
Al silencio y recogimiento les hemos alejado de nuestras vidas, a pesar de ello siempre están tan cerca de nosotros que basta dar pequeños pasos para ir a su encuentro. Significativamente mejoraríamos nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos de acudir a dichos estados.
Como nos han sembrado una y otra vez la valía de la compañía y la relevancia que tiene la familia en nuestro desarrollo, resulta obvio para las mayorías calificar de erróneo la búsqueda de la soledad.
Por supuesto son innegable los progresos que realizamos cuando estamos junto a otros, pero llegamos tanto a endiosar la compañía que perdemos de vista que a fin de cuentas únicamente nos tenemos a nosotros mismos.
No me mal interprete, no estoy ahora endiosando la soledad extrema, porque sé que en sociedades como la nuestra las personas que padecen soledad crónica tienden a incurrir en ciertas afectaciones como alteraciones en la presión arterial, vulnerabilidad en el sistema inmunológico, así como distorsiones en varios de sus ciclos, como los del sueño y alimentación.
Descontando esos casos extremos, la oportunidad de alejarse del trajín diario y recluirse en nuestra interioridad nos permite acceder a estados que de otra manera nos serían ajenos.
En este sentido, el apartamiento intencionado y no patológico va de la mano con el silencio, por ello, hay que vivirlo, más allá de reflexionar sobre su valor.
Podemos estructurar y emitir largos discursos acerca del no ruido, pero todo esto está muy distante de vivir espacios propiciados de silencio, para luego abrevar de todo ello.
El secreto del silencio está en experimentar el silencio mismo, como el secreto del aislamiento radica en vivir el retiro, inicialmente físico, pero sólo como fase inicial para poder acudir a nuestro interior aún en medio de situaciones apretujadas por las multitudes.
¿Cómo empezar a disfrutar de estar solo y del silencio?
Muchos coinciden que el primer paso es darse cuenta de ello, porque esto va a provocar que veamos el verdadero origen interno del ruido; los ruidos externos no dependen de nosotros, pero aquellos están en lo más recóndito de nuestra mente, de tal manera que los múltiples pensamientos no nos dejan en paz.
Si empezamos a percatarnos de manera natural de lo anterior, caeremos en el siguiente peldaño: el hábito de visibilizar nuestros estados de silencio y soledad.
El hábito de hacer visibles nuestro silencio y recogimiento nos llevarán a la tercera etapa: el disfrute.
Créame que si logramos disfrutar con frecuencia de guardar silencio externo e interno, y de estar solos, habremos puesto buenos cimientos para reorientar nuestro desarrollo personal a estratos de progreso y felicidad.
Todo esto se dice fácil, pero requiere de dedicación y constancia. Es importante no darse por vencido a la primera y estar dispuestos a intentarlo las veces que sea necesario. ¿Se atreve a experimentarlo?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.
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