martes, 3 de noviembre de 2020

 Beatriz Tapia, vocación social que trasciende fronteras, orgullosamente BUAP



   · Egresada de la Facultad de Medicina, destaca en docencia e investigación con poblaciones latinas en salud ambiental y fronteriza, en la Universidad de Texas Río Grande Valley, en Harlingen

      · El Programa de Educación e Investigación Ambiental del Sur de Texas recibió en 2017 el Excellence Award in Community-Engaged Scholarship, por diez años de trabajo comunitario liderado por la doctora Tapia

La orientación social y humanista son características que la BUAP forja en sus estudiantes, quienes al egresar plasman estas cualidades en su quehacer profesional, como la doctora Beatriz Tapia, profesora asociada del Departamento de Pediatría y Vicedecana de Desarrollo Profesional Docente de la Universidad de Texas Río Grande Valley, en Harlingen, quien encuentra en la enseñanza, investigación y acción comunitaria la mejor expresión de su vocación de servicio.

Egresada de la Facultad de Medicina de la BUAP, ha sido directora del Programa de Investigación de Educación Ambiental del Sur de Texas (STEER) y ha desarrollado un amplio trabajo con poblaciones latinas en Estados Unidos, en salud ambiental y fronteriza, así como disparidades a lo largo de los límites con EEUU.

A través de la investigación participativa de base comunitaria, se ha desempeñado en las áreas de enfermedades infecciosas y peligros ambientales relacionados con pesticidas y exposiciones químicas. Una de sus líneas de trabajo es crear programas de educación ambiental, basados en los riesgos ambientales en el hogar y comunidad del sur de Texas.

¿Qué es la medicina ambiental?

El entorno y los factores externos están estrechamente vinculados a la salud de los individuos, es por eso que la medicina ambiental se ocupa de las patologías que se desarrollan por efecto de los tóxicos ambientales que pueden derivar en enfermedades emergentes que van en aumento, como el cáncer, Alzheimer, fibromialgia, alergias o autismo, las cuales pueden diagnosticarse desde lo multifactorial, pero su relación con los elementos tóxicos del medio ambiente requiere de una atención especial.

En este sentido, la doctora Beatriz Tapia trabaja en la evaluación de los hitos del desarrollo infantil y las señales de advertencia del autismo, como una herramienta de divulgación educativa y de salud pública eficaz para las promotoras en el sur de Texas, en el Centro de Investigación del Autismo Hispano, donde a través de un biorepositorio de 25 casos y 25 controles se profundiza en el conocimiento de ese padecimiento entre la población hispana, relacionado con exposiciones ambientales.

La docencia y la vocación social

Beatriz Tapia nació en Chicago, Illinois, pero sus raíces son mexicanas; su papá era poblano y su mamá originaria de Guerrero. La enfermedad de su padre provocó que la familia regresara a México, donde ella cursó la secundaria y preparatoria, para después elegir la Licenciatura en Medicina de la BUAP, donde tuvo un desempeño académico de excelencia que le valió ser parte de un programa piloto que brindó facilidades a los estudiantes de los últimos semestres de esta carrera para consolidar su formación en hospitales.

“Mi trayectoria profesional se marca cuando entro a la Facultad de Medicina. La BUAP me dio muchos logros personales porque fui parte del primer grupo piloto del Hospital General, que por promedio fuimos colocados en hospitales para realizar los últimos años de entrenamiento. Después hice mi internado en la zona fronteriza de Reynosa, para regresar a San Pablo Zitlaltepec, Tlaxcala”.

Fue precisamente en ese pequeño pueblo, ubicado a 20 minutos de La Malinche, donde la doctora Beatriz Tapia descubrió lo que más adelante se convertiría en una labor diaria que complementaría su desempeño profesional: la docencia. Todas las noches, recuerda, la llamaban para atender curaciones menores, fue entonces que supo cómo aportar algo a esa comunidad.

“En San Pablo Zitlaltepec inicié mi formación como entrenadora de promotoras de salud, que ha sido la base y entrada a la docencia. Al realizar mi estancia ahí y ver las necesidades de la población, empecé a cuestionarme cómo podría ayudar para que fueran más saludables. Fue así como investigué sobre un programa estatal de promotoras, al cual me sume para capacitar a las personas”.

Beatriz Tapia recuerda que la primera vez que convocó a una capacitación para promotoras de salud se sorprendió del número de interesadas. Eran unas 30 mujeres a las que les enseñó como inyectar, tomar la presión, la temperatura e identificar signos de deshidratación, entre otras acciones básicas.

“Lo que más rescato de esa experiencia fue que las mujeres que se certificaron como promotoras de salud se empoderaron y realmente disfrutaban brindar un servicio a su comunidad. Eso me dio mucho orgullo: ofrecer un cambio real en ese lugar. Fue a partir de eso, y con la formación de servicio social que tuve en la BUAP, que entendí que la enseñanza también era lo mío”, asegura sonriente.

Su experiencia en la BUAP

“Una de las cosas que más recuerdo de mi paso por la BUAP fue el compromiso que tenían los profesores para formar médicos con una visión de excelencia, su enseñanza no se limitaba a las aulas, siempre nos trataban de involucrar, ya sea en el trabajo dentro de los laboratorios o incluso en sus propios consultorios; buscaban que desarrolláramos la vocación del servicio social. Teníamos que hacer una diferencia desde nuestra formación temprana”.

De esta orientación y su propia experiencia, la doctora Tapia ha encontrado en la academia la base para brindar desde hace 20 años a la sociedad profesionales de la salud comprometidos con su trabajo. Este ejemplo, subraya, lo tomó de la BUAP.

¿Por qué elegir la carrera de Medicina?

Cuando Beatriz Tapia vivía en EEUU, una enfermedad muscular mermó la salud de su padre, ella lo acompañaba constantemente al hospital, donde servía de traductora si su padre requería comunicarse. A partir de este hecho sintió la necesidad de estudiar Medicina, aunque también se hizo consciente de otras realidades en su entorno que influyeron en su desempeño profesional.

“Acompañaba a mi papá y aunque él entendía el idioma, para comunicarse lo ayudaba. A partir de eso entendí la enorme necesidad de la comunidad hispana para ser apoyados cuando solicitaban servicios de salud; desde entonces tuve la necesidad de servir a estos grupos o minorías”.

Investigación y actividad académica

Es así como la doctora Tapia ha trabajado en temas vinculados a la salud de la mujer en la Universidad de Illinois, en Chicago. Su inclinación por enseñar la encaminó a seguirse preparando en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, donde realizó un posgrado en Salud Pública. Asimismo, la Maestría en Epidemiología y una certificación en Medicina Ocupacional y Ambiental, orientada a poblaciones vulnerables.  El grado de doctora en Educación en Liderazgo Profesional con Énfasis en Educación en Ciencias de la Salud, lo obtuvo en la Universidad de Houston.

A lo largo de su carrera profesional ha sido miembro de la Asociación de Salud Fronteriza México-Estados Unidos; se ha desempeñado como consultora del Grupo de Trabajo de Asesores Expertos para el Control de Intoxicaciones y la Exposición a Sustancias Químicas en la Frontera.

En los últimos años se ha involucrado en la vigilancia y prevención de enfermedades por arbovirus, en el Valle del Río Grande, por lo cual fue invitada a ser parte de la fundación del Centro de Enfermedades Transmitidas por Vectores, de la Universidad de Texas Río Grande Valley, creado en abril de 2018. Un componente clave de su investigación ha sido brindar capacitación a los trabajadores de la salud comunitaria (promotoras), así como a impartir talleres sobre peligros ambientales.

En 2017, el Programa de Educación e Investigación Ambiental del Sur de Texas  recibió el reconocimiento Excellence Award in Community-Engaged Scholarship, por diez años de trabajo comunitario bajo el liderazgo de la doctora Beatriz Tapia, una profesionista sensible, que no olvida sus raíces y empeña en su trabajo el respeto a las diferencias culturales, además de reforzar en su quehacer diario el compromiso por compartir el conocimiento y marcar una diferencia en las condiciones del otro.

 

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