· La inexistencia de una Norma Oficial Mexicana sobre desinfección de suelos, mobiliario y personas para prevenir COVID-19, puede llevar al uso indiscriminado de sustancias químicas
La fumigación de las calles y los túneles sanitizantes a la entrada de hospitales e inmuebles sólo proporcionan una falsa sensación de seguridad, son poco funcionales e incluso pueden afectar la salud de las personas y de la ecología, debido a la inexistencia de una Norma Oficial Mexicana sobre desinfección de suelos, mobiliario y personas en prevención del virus SARS-CoV-2 causante de COVID-19, expresó Sergio Juárez del Carmen, profesor investigador de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP.
Carecer de un protocolo de la Secretaría de Salud federal sobre desinfección de suelos o mobiliario y para fumigar espacios públicos contra el COVID-19 permite que se utilicen indiscriminadamente sustancias potencialmente nocivas, como el cloro que libera gases que afectan la mucosa del aparato respiratorio, lo que causa que la gente sea más sensible al coronavirus; o sales cuaternarias de amonio, que si se usan de forma repetida pueden causar alergias, irritaciones en la piel y problemas digestivos, puntualizó el especialista.
“Las desinfecciones que han realizado en algunos municipios no tienen ningún caso. Fumigar las calles es tirar el dinero, porque ahí la gente está expuesta a la radiación solar, un excelente germicida con capacidad de desinfección y destrucción de los virus. Además, existen cadenas tróficas de alimentación de plantas, insectos y animales, que al ser fumigadas se destruyen, con el consecuente rompimiento del equilibrio ecológico y ambiental, y, lo peor, se puede alterar negativamente dos tipos de bacterias (medioambiente y microbiota), haciéndolas resistentes a los antibióticos”, explicó.
Juárez del Carmen, doctor en Biología por la Université de Pau et des Pays de l’Adour, Institut National de la Recherche Agronomique, de Francia, agregó que con los llamados túneles sanitizantes existe el mismo problema, porque se usan cloro o sales cuaternarias y la inhalación de esas sustancias desinfectantes pueden causar tos, estornudos e irritación de los bronquios, piel, ojos y mucosas, desencadenar ataques de asma o producir neumonitis.
“Para empezar sólo van a desinfectar la superficie de las personas, pero si al inmueble entra un individuo contagiado de COVID-19, pero es portador asintomático, mientras esté hablando o tosiendo va a seguir expeliendo el virus. En consecuencia, aunque lo hayas desinfectado por el exterior, con sólo hablar va a difuminar la enfermedad”, añadió.
El académico de la Facultad de Ingeniería Química recomendó tomar medidas conservadoras y no ser tan agresivos, sino inactivar las partículas víricas y para ello se pueden usar sustancias químicas no tan fuertes.
“Hay gente que para limpiar su casa usa alcohol o desinfectantes, cloro, hipoclorito de sodio, con vinagre, sosa cáustica, hidróxido de sodio y ácido muriático, que si se utilizan en conjunto indiscriminadamente pueden liberar gases tóxicos; pero si hablamos de SARS-CoV-2, de acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de USA, lo más efectivo es lavarse las manos con agua y jabón, método que es barato e inocuo y que en sólo 20 segundos destruye al virus”, concluyó.
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