· Con su equipo, la doctora Griselda Corro Hernández desarrolló una tecnología basada en el uso de energía solar para producir este combustible
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reconoce cuatro principales fuentes de contaminación atmosférica, de las cuales la emanación de gases tóxicos generada por todas las formas de transporte representa el 80 por ciento del total; es por eso que los biocombustibles son en la actualidad una urgencia y una fuente potencial de energía renovable.
Esta preocupación ha permeado en la BUAP desde hace casi una década, especialmente en el Laboratorio de Catálisis y Energía, del Instituto de Ciencias (ICUAP), donde la doctora Griselda Corro Hernández desarrolló una metodología económica y eficaz para producir diariamente hasta 250 litros de biocombustible, aprovechando la energía solar como alternativa a los procesos donde se utiliza petróleo, carbono y gas natural.
Este biocombustible coincide con las modificaciones anunciadas en 2016 por la Semarnat, con la aplicación de la normativa oficial (NOM-044-2017) que establece límites máximos de emisiones, la implementación de nuevas tecnologías y el mejoramiento en la calidad del combustible -diésel.
La normatividad, que entraría en vigor a finales de 2018, pero que fue aplazada por algunos meses, señala que los motores nuevos a diésel y los vehículos pesados que se incorporen a la circulación en el territorio nacional deberán contar con tecnologías más eficientes y menos contaminantes que las actuales.
La genialidad de la sencillez
Para la producción del biocombustible, la doctora Corro Hernández utiliza aceite reciclado que desechan en restaurantes o lugares donde se hacen frituras. En cuanto al procedimiento, la investigadora reconoce que desde hace muchos años se sabe que un combustible se puede producir con un aceite; sin embargo, la
“Cambiamos los métodos de reacción, usando procesos fotoactivos que sí nos dan la originalidad. Esto nos ha permitido sacar cinco publicaciones internacionales indizadas y experimentar con otros métodos que han derivado en 14 solicitudes de patente”, refiere en entrevista.
Su producción representa además de un beneficio ecológico, un ahorro en su producción por el uso de energía solar y por la materia prima, además de que su proceso fotolítico se lleva a cabo mediante catalizadores que se produjeron en este laboratorio del ICUAP.
En cuanto al proceso de fabricación, Corro Hernández explica que primero se tiene que limpiar el aceite de desecho con un proceso de filtrado y lavado, a fin de eliminar las impurezas para después hacer la reacción de transformación de los triglicéridos hacia los metil ésteres que también son purificados y secados.
Posteriormente se elimina el metanol de la mezcla, además del agua, para que una vez que se tenga el producto o biodiésel, se someta a un análisis de pureza de acuerdo con normas internacionales que aseguren su uso eficaz y garanticen que no causará daños en el motor.
“La idea es brindar alternativas al desabasto de combustibles fósiles, pero sobre todo contribuir a los problemas de contaminación. Se trata de un proceso muy noble que ayudará al medio ambiente, a las especies y por supuesto al ser humano”.
La BUAP crea su planta de producción
Apoyada por la BUAP y por el Fondo Sectorial Conacyt -Secretaría de Energía-Hidrocarburos (SENER), un fideicomiso que atiende las problemáticas y oportunidades en materia de hidrocarburos a través de la ciencia y la tecnología, la doctora Griselda Corro, junto con su equipo, ha logrado la instalación de una planta piloto en el Ecocampus Valsequillo.
“En el Ecocampus se creó un sistema de producción para que se pueda producir triplicando el volumen de este biocombustible, pues en el laboratorio podíamos generar unos 50 litros, pero en el Ecocampus se pueden producir hasta 200 litros diarios”.
Para este incremento se adquirieron tres reactores de acero inoxidable, los cuales están protegidos con campanas y cuentan con las medidas de seguridad requeridas. Su vida útil es larga debido al material con el que fueron hechos, mientras que el otro componente que determina el proceso, el Sol, también tiene una vida útil de miles o millones de años.
La utilización de este biodiesel permitirá al usuario ahorrarse hasta 75 por ciento del costo que invierte en diésel convencional, sin contar con los beneficios que genera utilizar uno que reduce considerablemente los índices de contaminantes emitidos.
Hasta el momento la BUAP cuenta en su planta piloto con cuatro reactores que producen 250 litros por día. Estos reactores que hacen biodiesel con la luz del sol, no sacan vapores, no contaminan y no utilizan altas temperaturas, por eso son seguros para el manejo humano.
Con ellos se puede convertir un litro de aceite de desecho en 1.2 litros de biodiésel, es decir, 200 mililitros más, por los agregados como el metanol, por eso el producto final ocupa más volumen que los reactivos que se ocupan inicialmente.
En cuanto a la calidad de este biocombustible, la investigadora señala que al finalizar su proceso registra un alto índice de pureza, que ya fue comprobado con análisis cromatográficos que se realizaron en el laboratorio.
Cuánto diésel se consume
Respecto al mercado potencial de este biocombustible, la Secretaría de Energía informó que en 2018 la demanda de diésel en el país fue de 390 mil barriles por día, lo que equivale 28 por ciento del consumo total de combustibles en México. No obstante, su importación representa el 65 por ciento del total del consumo diario.
De acuerdo con cifras de Pemex, en México se consumieron entre enero y noviembre de 2018, en promedio, 765 mil 500 barriles diarios de gasolina, mientras que de diésel el consumo diario en litros fue aproximadamente de 53.1 millones de litros.
Con base en las pruebas realizadas, Griselda Corro asegura que de forma inicial su biocombustible puede sustituir en un porcentaje, y posteriormente en un cien por ciento, al diésel convencional que emplean camiones de carga, maquinaria de uso industrial y agrícola, además de automotores.
“Se trata de un combustible que sirve para todos los procesos en los que se utiliza diésel, lo puede sustituir en un 100 por ciento, pero con la diferencia de que no contamina el ambiente”.
La innovación y la tecnología ofrecen así una alternativa viable, que de implementarse a gran escala, permitiría no solo reducir la importación de combustible, sino combatir la contaminación producida tanto por las emisiones tóxicas como por el desecho de aceites comestibles que terminan en los afluentes.
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