· Académica de la Facultad de Ciencias Químicas habló sobre los desórdenes neurológicos provocados por esta enfermedad
En los últimos 40 años el número de niños y adolescentes obesos creció 10 veces más y cada año mueren 2.8 millones de personas a causa del sobrepeso y la obesidad, enfermedad que induce a una dislipidemia y disfunción de diferentes tejidos, incluyendo los sistemas nerviosos central y periférico, explicó Liliana Martínez Mendieta, investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ), durante la Semana Internacional del Cerebro 2019, organizada por esta unidad académica.
En su conferencia “La obesidad afecta mi cerebro”, expuso que a nivel del sistema nervioso central, “el núcleo caudado y el hipotálamo son los afectados, ya que las dietas ricas en grasas y carbohidratos empiezan a generar un proceso inflamatorio en estas regiones, lo que modifica la comunicación entre las neuronas y los astrocitos para la homeostasis celular. Por otro lado, los nervios periféricos comienzan a modificar su actividad por un daño mitocondrial y alteraciones a nivel de calcio del retículo endoplásmico, así como por una modificación de los nervios sensoriales periféricos”.
La integrante del Laboratorio de Neuroquímica de la FCQ indicó que en el sistema nervioso central se reduce el lóbulo frontal y temporal y hay un alargamiento de la materia blanca orbitofrontal, además de que puede existir una disminución en el volumen del hipocampo e hipotálamo.
En lo relacionado a los efectos fisiológicos de este sistema, dijo que se puede producir isquemia cerebral e hipoperfusión, así como alteraciones del metabolismo cerebral y las funciones nerviosas. En cuanto a los efectos clínicos puede haber alteraciones de la conducta alimenticia y el control de la saciedad, daño cognitivo moderado, riesgo de Alzheimer y desórdenes de la conducta que incluyen depresión y ansiedad.
Con respecto a los efectos estructurales de esta enfermedad en el sistema nervioso periférico, la académica subrayó que puede haber pérdida de las neuronas periféricas sensoriales y fibras nerviosas intraepidermales, así como daños de diferentes órganos por la activación crónica del sistema nervioso simpático, lo cual a su vez deriva en efectos fisiológicos como el incremento en la actividad de músculos, la actividad cardíaca, la liberación de adrenalina de la médula adrenal, lipólisis de tejido adiposo y glucogénesis del hígado, además de la disminución de la liberación de insulina pancreática.
Otros efectos fisiológicos también son la gastroparesia y disminución de la motilidad intestinal y la disminución en los nervios motores y sensoriales, mientras que en los efectos clínicos hay síntomas de polineuropatía sensorial y motora, como la distribución “guante y calcetín”, lo que significa que no existe sensibilidad en las manos y en los pies.
Martínez Mendieta enfatizó que muchos de los padecimientos mencionados pueden ser asintomáticos y la persona no tiene conocimiento de esto hasta que se hace un chequeo, por lo que destacó la importancia de llevar a cabo una alimentación saludable, así como realizar actividad física adecuada, para disminuir los riesgos de desórdenes neurológicos y contar con un ambiente favorable en el mismo nivel neuronal.
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