Sin comunidad no hay sociedad.
“Tenemos sociedades enormes, pero el alma de la sociedad es la comunidad. Si no hay comunidad no habrá México”, sentenció Graciela Mota, Presidente del Instituto de Investigación en Prospectiva y Participación Ciudadana.
Coincido con ella en que los problemas no son muchos, todos podrían sintetizarse en uno solo: la convivencia en comunidad.
¿En qué punto nos perdimos los seres humanos, y dejamos de ser humanos para ser autómatas que bailan a los dictados de los intereses mezquinos propios o de los intereses de unos pocos? No lo sé.
Pero sí entiendo que en el reconocimiento del otro está todo.
Dicen los psicólogos que el otro no existe, se trata solamente de mi propia imagen, que a manera de espejo, el comportamiento del otro me muestra mis acciones conmigo mismo o de mi actuar hacia el mundo.
Más de una vez nos habremos topado con la incongruencia de señalar en los otros feos defectos, que son los mismos pecados que nosotros cometemos ampliados. Por eso es tan importante avocarnos a corregir en nuestras acciones, lo que nos parezca que está mal, en vez de erigirnos en juez del de enfrente y señalar sus errores.
Quizá acciones así empiecen a emparejar el camino que puede llevarnos a coexistir en paz. Ser incluyentes y aprender a solucionar conflictos de manera no violenta.
Primero reconocer al otro, y luego hacer cosas con el otro, para que una vez que no estemos preocupados en destruirnos, tal vez y sólo tal vez, estaremos preocupados en construir la comunidad que nos fortalezca para ser sociedad. Sí, tenemos que transformarnos como seres humanos, transformar nuestra colectividad y perfilar las instituciones tal cual las queremos.
Desde la experiencia de los laboratorios de habitabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México, Graciela Mota nos dice: “tenemos que enlazar múltiples voces, ensanchar los espacios públicos y dotar de medios para que las comunidades puedan desarrollar programas, en vez de que las instituciones lo impongan desde fuera”.
Y aún agrega que es en la calle donde los muchachos generan sus vínculos, por eso tenemos que darle sentido a ese lugar y la creación de las redes que de ahí surgen, para que a partir de ello cada uno pueda transformar su contexto inmediato: buenos pintores, buenos maestros de obras, buenas gentes.
Pero también advierte que la buena voluntad puede llevar a la ineficacia, por eso es necesario encausar y aprovechar el potencial para hacerlo eficaz, en vez de tener muchas políticas públicas inútiles, porque si no recuperamos el espíritu de la sociedad (la comunidad) no existiremos como sociedad.
¿No te parece que quienes hoy somos padres o abuelos tenemos una responsabilidad mayúscula de tejer comunidad?
Si lo crees así te propongo que al menos realices un acto bueno al día, un acto que al hacer tu recuento diario te permita sentirte en paz contigo mismo.
Ese pequeño acto diario es un ladrillo en la gran edificación llamada comunidad. Verás que con el paso del tiempo saldrá a relucir que no fue vano el esfuerzo. Te lo aseguro.
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.
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