miércoles, 7 de octubre de 2015

COMPARTIENDO TU OPINIÓN

Educación para la paz.
Salvador Calva Morales
Que valiosas palabras las de María Montessori, educadora por excelencia:Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y ésta es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para la cooperación y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”.
Y entonces me pregunto: ¿estamos educando para la paz a las nuevas generaciones?
Vemos a los pequeños pelear por un juguete en vez de inventar un juego. Pelean los jóvenes por una camiseta de fútbol, como si en ello se les fuera la vida, y se les olvida que es un juego donde a veces ganan unos y otras les toca perder.
Pelean los empresarios los mercados en vez de crear alianzas productivas. Un puñado de anarquistas pelean porque se sienten héroes dispuestos a derrocar un gobierno a punta de bombas molotov en vez de tomar actitudes propositivas que construyan la sociedad.
Lo peor de todo es: no nos damos cuenta de cómo vamos con esto construyendo el mundo cada día.
La cultura de paz es diálogo y negociación entre personas, entre naciones, prevaleciendo siempre los derechos humanos. Así lo reconoció la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la resolución que fue aprobada por la Asamblea General hace 16 años el 6 de octubre de 1999.
La ONU nos dice que para lograr una cultura de paz tenemos que promover el desarrollo económico y social sostenible, asegurar  el respeto de todos los derechos humanos, garantizar la igualdad entre mujeres y hombres, promover la participación democrática, así como la comprensión, la tolerancia y la solidaridad y establecer la  comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos.
Hoy en día nos agobian muchos tipos de  violencia: física, sexual, psicológica, económica, social, donde generalmente los más débiles son quienes sufren los efectos  en particular.
La violencia se ejerce cuando nos sentimos miedosos de perder lo que tenemos.  Pero ganamos en valor y en riqueza cuando podemos construir entre todos lo que haga falta.
Cuán grande se vuelve el hombre cuando es capaz de mostrar su nobleza, liberando su generosidad,  compartiendo tiempo y recursos para evitar la opresión económica, la exclusión y la injusticia, reinventando la solidaridad.
Cuán grande,  cuando es capaz de escuchar para comprender, pudiendo dialogar sin caer en las posturas de poder, pretendiendo dominarlo todo. Cuán grande cuando puede hacer de un desierto un vergel, y no de un vergel un desierto…
Quiero aferrarme fuertemente  a la posibilidad de construir la paz, con las palabras de Leonardo Boff, teólogo y escritor brasileño:Importa que hagamos las revoluciones comenzando por nosotros mismos. Cada uno establece como proyecto personal y colectivo la paz como método y como meta, paz que resulta de los valores de la cooperación, del cuidado, de la compasión y de la amorosidad, vividos cotidianamente."
Es oportuno intentarlo, vale la pena rescatar los pasos andados por quienes nos han antecedido y es imprescindible atreverse a lo que nadie más se ha atrevido.
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.



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