Corea del Sur: mentes brillantes sin humanidad
Salvador Calva Morales
Corea del Sur ocupa la parte sur de la península de Corea y cuenta con 49.5 millones de personas, que durante los últimos 40 años han trabajado duro para hacer de su economía la cuarta más grande en Asia y la décimo tercera en el mundo.
Mundialmente, Corea del Sur es considerado un país desarrollado por su educación y nivel de vida. Orientan a la exportación su fabricación de dispositivos semiconductores, teléfonos móviles y aparatos electrónicos, que hace posible un ejército de trabajadores altamente cualificados.
Fue hasta 1987 cuando se llevaron a cabo las primeras elecciones democráticas, entonces se generó un modelo educativo sostenido por el gobierno que hace obligatoria la instrucción de los 7 a los 15 años.
En los últimos años, los estudiantes del bachillerato en Corea del Sur se han mantenido entre los primeros 6 lugares de aprovechamiento en la prueba del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Lo paradójico radica en que mientras los sudcoreanos consideran que si alguien no tiene éxito en la escuela, tampoco lo tendrá en la vida, las estadísticas revelan que el modelo educativo donde los profesores explican a toda velocidad hace fracasar en un 44% de los estudiantes que ingresan a universidades como Harvard o Yale, porque no tienen comprensión conceptual ni creatividad, no saben improvisar ni trabajar en equipo.
Conozcamos algunos indicadores educativos revelados en Aulaplaneta (2015) Las diez claves de la educación en Corea del Sur [Infografía]. Recuperable en http://goo.gl/cd1dj5:
La educación es tomada como el motor del desarrollo, pasan 13 horas en las aulas, pues consideran que esta es la única salida para impulsar al país y asegurarse un lugar en las prestigiosas universidades: Universidad Nacional de Seúl, la Universidad Koryu y la Universidad Yonsei para obtener una mejor forma de vida.
Es por ello que la vida social prácticamente ha sido proscrita, se considera una pérdida de tiempo, de ahí que sea censurable una relación de noviazgo entre los jóvenes, quienes en cambio envían unos 600 mensajes al día. Los niños apenas si tienen tiempo para dormir, por lo que uno de cada 6 niños se siente solo y la tasa de suicidios entre menores de 24 años es la más alta del mundo.
Este solo hecho debiera hacernos reflexionar como orbe sobre conseguir el objetivo económico a ultranza, sin considerar al ser humano que se educa. Tal vez por ello, en otras partes del mundo se empieza a hablar de economía de la felicidad.
Los sudcoreanos invierten entre el 5 y el 7% de su Producto Interno Bruto en educación que se divide en subvenciones tanto a escuelas públicas y en menor proporción a escuelas privadas. Sin embargo, los gastos por la formación universitaria corren a cargo de la familia, que invierte unos 400 euros mensuales.
Las políticas educativas se mantienen sin muchos cambios, pero cada 5 años se ajustan los contenidos académicos para asegurar la pertinencia de los conocimientos para las exigencias del mercado laboral, aunque más que para ser empleados, se educan para dirigir las empresas.
El refrán “no debes pisar ni siquiera la sombra del maestro” es muestra del profundo respeto social del que gozan. Unos 3 millones de jóvenes estudian desde sus casas por Cyberhome y a partir de 2011 lo hacen en libros de textos digitales.
Interesante ¿o no? En lo personal me quedo con la afirmación de que no debe llamársele educación a aquello que no vincule formación con felicidad y viceversa.
¿Tú qué opinas?
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.
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