“Nuestras buenas intenciones
se originan en nuestra mente conceptual,
por ello poco pueden hacer
para cambiar nuestras vidas”.
Abel Pérez Rojas
¿Cuántas veces no hemos caído en la tentación de dar clic en aquél sitio web que nada tiene que ver con la tarea que debemos concluir?
A veces prometemos que dejaremos tal comportamiento, como el mal hábito de perder tiempo mientras debemos concentrarnos en la conclusión de alguna tarea que requiere alta concentración.
O qué me dice de las recurrentes discusiones con las personas que tanto queremos, pero que a pesar de nuestras promesas y esfuerzos, volvemos al punto común en el cual no podemos evitar las disputas y querellas.
Poco podemos frente a patrones de conducta que nos arrastran a recaer una y otra vez en aquellos comportamientos que tratamos de evitar.
Yo creo que usted se ha dado cuenta que a pesar de que nos propongamos cambiar tenemos hábitos y costumbres tan arraigados que resultan difícil desprenderse de ellos… sobre todo si lo seguimos intentando con el método aplicado en el presente de nuestras buenas intenciones.
Hay amplios estudios y diversas posturas psicológicas en relación con lo que le vengo comentando, que sería incorrecto no tenerlas presentes, sin embargo, y a propósito de hallar vías alternativas de entendimiento; me topé hace poco con el recomendable texto de Rinponche, Tenzin Wangyal (2011) El Despertar del Cuerpo Sagrado. Gaia Ediciones.
Rimponche –quien se define a sí mismo no como un experto, sino como alguien que está en el camino, consciente de que sabe poco, “…pero las posibilidades de realización son vastas”-, retoma una serie de enseñanzas ancestrales de la tradición Bön para introducirnos por un camino muy sencillo, pero centrado en la disciplina de la respiración tibetana y de la práctica de ciertos movimientos para tomar cabal consciencia de nuestro ser.
No es propósito de estas líneas predicar o abordar cada uno de esos ejercicios, pero sí traer a colación consciencia sobre cómo hemos formado círculos viciosos, que ponen en el culmen al pensamiento y a la mente conceptual como sustituto de lo que verdaderamente somos.
En un párrafo introductorio de la obra lo sintetiza muy bien Rimponche:
“Según la tradición de sabiduría Bön, la mente, por su propia naturaleza, es abierta y clara. Es quienes somos fundamentalmente. La apertura es la fuente de nuestro ser, y en la apertura estamos conectados con la totalidad de la vida. Lo que oscurece nuestro reconocimiento de esta fuente es similar a las nubes que oscurecen el sol. El sol siempre brilla, pero, desde nuestro punto de vista –a saber, nuestra identificación con nuestros problemas-, no reconocemos su irradiación. El hecho es que estamos más habituados a identificarnos con los problemas, y acostumbramos a resolverlos con nuestra mente conceptual. Pero es la conciencia no conceptual la que nos permite experimentar directamente la apertura de la mente”.
De acuerdo con la búsqueda de Rimponche, es la consciencia no conceptual la clave maestra sobre la cual podemos andar el camino por un campo, hasta ahora, rara vez visitado en el vaivén de lo cotidiano.
Como ve, amigo lector, nuestras buenas intenciones que emergen poco pueden hacer ante la mente conceptual y los paradigmas que gobiernan nuestro actuar. Por ello debemos salirnos de ese juego repetitivo y buscar por donde hasta ahora casi no hemos andado.
¿No le parece que vale la pena iniciar ya?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.
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