Escabullirse del trabajo interno.
“Nos escabullimos una y otra vez del trabajo interno
porque la mente nos lanza varias trampas”.
Abel Pérez Rojas
Hasta el cansancio se dice que la respuesta a todas nuestras preguntas está en nuestro interior. Y en igual cantidad de ocasiones se acepta esta afirmación.
Pero, si esto es cierto ¿Por qué es tan difícil concentrarnos en nuestra interioridad y abrevar de ella tanto como nos sea posible?
¿Por qué no obstante los logros que se van cosechando, al primer descuido nos encontramos otra vez orbitando en situaciones superficiales y en asuntos triviales?
Cuando hemos realizado esfuerzos para cambiar, tratando con ello de adoptar una forma profunda y radicalmente distinta de vida, de repente nos pilla la distracción o se doblega la fuerza de voluntad al volver a incurrir en aquello que estamos tratando de dejar atrás.
Y otra vez tenemos que empezar la cuenta de los días sin tal o cual conducta perniciosa.
En el nuevo primer día de nuestra contabilidad interna, olvidamos que los cambios no llegarán de la noche a la mañana.
También olvidamos que nuestra forma de pensar y vivir se fue construyendo con los años, es decir, si todos los días y todo lo que nos rodea fue cincelando una y otra vez dando paso a lo que somos, -y que es lo que tratamos de cambiar- entonces: ¿por qué no darse la oportunidad de que sea el trabajo y el tiempo los que hagan su labor?
De ninguna manera me estoy refiriendo a dejar a la suerte nuestra transformación interna; a lo que me refiero es: una situación muy distinta a la que estamos acostumbrados que opere la realidad.
Cuando nosotros cuestionamos y evaluamos nuestro progreso interno, obviamos que nuestro juez está siendo la psique, esa que estamos tratando de transformar.
Y como reflejo de un mecanismo de supervivencia nuestra parte mental y pensamientos se niegan a cambiar.
Entonces nuestra esfera psíquica nos mete en laberintos para que nos distraigamos y perdamos de vista que el punto central de nuestra búsqueda, consistente en acceder a niveles más profundos de nuestro ser.
Pero, ¿si somos homo sapiens, no es una blasfemia decir que en alguna parte de nuestra búsqueda interna tenemos que hacer a un lado nuestros pensamientos y cuidarnos de nuestro discernimiento? ¿No es una aberración afirmar que nuestra mente nos tratará de confundir para no progresar?
En alguna de sus múltiples conferencias el polémico Osho afirmó que un buen indicador del cambio interno es la satisfacción sutil y espontánea que nos va guiando en la búsqueda interna, y que surge cuando dejamos a un lado las trampas del intelecto.
Le comparto estas palabras de Osho al respecto: “Realmente, la vida entera tiene que ser meditativa. Sólo entonces comenzarás a sentir cosas. Y cuando digo que la vida entera tiene que ser meditativa, no quiero decir ir y cerrar los ojos por veinticuatro horas y sentarte y meditar – ¡no! Donde sea que estés puedes ser sensible y esa sensibilidad te dará resultados. Entonces no habrá necesidad de preguntarse, ‘¿Estoy avanzando o no?’. Sólo con esta capacidad de estar consciente de todas las cosas que están sucediendo alrededor tuyo, desarrollarás la capacidad de sentir lo que está sucediendo en tu interior”.
¿Alguna vez usted ya lo experimentó?
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.
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