lunes, 20 de julio de 2015

COMPARTIENDO TU OPINIÓN

De las Matemáticas al circo, rompiendo paradigmas.
Salvador Calva Morales
Con la tesis “Numerología, matemáticas aplicadas a los juegos malabares”, Carlos Bárcenas Navarrete fue el primero en titularse este año de la Licenciatura en Artes Escénicas y Circenses Contemporáneas en México.
Todavía recuerdo cómo al anunciar que los artistas de circo podrían formarse en la academia, hace no más de 7 años, no faltaron los comentarios burlones (y con absoluta ignorancia del tema) de: “¿y para ser payaso hay que estudiar una licenciatura?”.
Con esta primera titulación México se coloca a nivel de las naciones con mayor tradición circense como Francia o Rusia, donde existen textos completos que ponen el énfasis científico a las disciplinas que forman a los artistas de circo, ese género de las artes escénicas que antecede a todas y que podría definirse como una combinación entre arte y deporte.
En el momento de su examen profesional, Carlos Bárcenas Navarrete  explicó con toda claridad cómo se había asignado un dígito a cada tiro de los juegos malabares, y su verificación con diversos teoremas, basado en un sistema de notación matemática sobre cuál secuencia de dígitos se puede malabarear y cuál no.
Establece, pues, una aplicación científica para conocer el número de objetos que se requiere para lograr la secuencia,  de tal manera que dos malabaristas de distinta nacionalidad y lengua, conociendo esta numerología pueden  coordinar sus movimientos para lograr un número perfecto, aún sin hablarse.
La formación previa en matemáticas y el estudio posterior del circo dieron origen a esta tesis de Bárcenas Navarrete, innovando por completo las dos asignaturas.
Mientras escribo esto recuerdo el libro La Cabeza bien puesta (Edgar Morín, 2008) que defiende la contextualización e integración del pensamiento humano como algo que hay que desarrollar antes que atrofiar, al tiempo que se pronuncia por una inter-pluri-transdisciplinariedad del conocimiento, que en este año estamos haciendo posible en la carrera formativa de los artistas de circo.
Ha sido un laboratorio interesante observar cómo cada uno de los jóvenes no es sólo un profesionista formado con el rigor metodológico de una disciplina que exige mucho del estudiante hasta lograr un absoluto dominio del cuerpo, sino como, además, no dejan de ser individuos, porque expresan su fuerza  a través del Teatro, la Danza, con un concepto escénico que va más allá de las carpas del circo tradicional,  y también formados como emprendedores, para que pongan una empresa con sus propias habilidades e intereses, en vez de salir a buscar trabajo.
Más allá de los modelos que impone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, cuya presión hacia Latinoamérica está enfocada en la producción en masa de profesionistas con igualdad de características, la Universidad Mesoamericana se otorga el lujo de formar individuos propositivos, conscientes, únicos, que enriquecen con sus conocimientos y visión a la sociedad.
Soy  vehemente al creer que las universidades en México tenemos mucho que aportar al mundo, y que de nuestra convicción y voluntad parte la formación de profesionistas que pueden cambiar al país, bajo nuestra libertad académica. Habrá que ejercerla a plenitud, para que entre las universidades mexicanas construyamos una sociedad de conocimientos pertinentes a la realidad social y económica del país.
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.


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