• Desde la mirada antropológica, el doctor José Manuel Méndez Tapia analiza las experiencias subjetivas en varones con este padecimiento
A pesar de que un diagnóstico de VIH o de SIDA no representa necesariamente una sentencia de muerte, los factores culturales, sociales e incluso estructurales pueden influir en el paciente para que tome este padecimiento de la peor forma, así lo considera el doctor José Manuel Méndez Tapia, académico investigador del Colegio de Antropología de la BUAP.
En el marco del Día Mundial de la Lucha contra el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), el doctor Méndez Tapia, quien analizó desde la Antropología las experiencias subjetivas de varones que son diagnosticados con VIH, refirió que aún existe un estigma que puede pesar más que el propio padecimiento.
Indicó que desde los primeros casos de la enfermedad hasta la actualidad, la información y la ciencia han avanzado, lo que facilitó el desarrollo de medicamentos que ayudan a las personas seropositivas a tener una vida larga y saludable y prevenir la transmisión del virus. Además, existen métodos eficaces de prevención de dicha infección.
Para el doctor Méndez Tapia lo que sucede en general es que siempre las enfermedades tienen una valoración social. El estigma en términos históricos se tendría que leer tomando en cuenta cómo se ha asociado a esta enfermedad particularmente, ligada muchas veces a la promiscuidad, drogadicción, es decir, a transgresiones sociales. Y es aquí cuando se empiezan a generar los sentimientos de culpa en el paciente.
Desde el punto de vista del investigador, el tema de la promiscuidad está presente porque hay una valoración moral de los ejercicios de la sexualidad y así lo vive la gente, sin embargo esto se tiene que cuestionar, ya que los contagios pueden ser multifactoriales.
“Hay infinidad de gente que dice que se infectó en su casa, con su pareja y en su cama. Con una relación fiel, monógama. Esto nos lleva también a otra discusión que es la relación del amor y el VIH”, señaló.
Las últimas cifras
En México, de acuerdo a datos expuestos por la Secretaría de Salud y por el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (CENSIDA) hasta noviembre de 2019 se diagnosticaron 13 mil 876 nuevos casos, de los cuales 5 mil 119 corresponden a Sida y 8 mil 757 al VIH. En ambos casos, el 80 por ciento corresponden a varones.
El organismo también reporta 4 mil 700 fallecimientos por Sida en 2017 y señala en sus últimos registros que los estados con mayor índice de casos con son Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Morelos y Baja California; mientras que Quintana Roo, Campeche, Colima, Veracruz y Tabasco encabezan el número de pacientes con VIH.
Aunque la tendencia respecto al 2018 registra una disminución de casos diagnosticados de casi 19 por ciento, lo cierto es que aún existen los contagios a pesar de la información y las campañas que promueven el uso del condón.
Para dar respuesta, el doctor Méndez Tapia refiere que en la idealización del amor va implícito el sentido de pertenencia, de “exclusividad” que conlleva a tomar decisiones como la de no usar preservativo con una persona a la que consideras, solo está para ti.
“¿Por qué la gente se sigue infectando a pesar de tener información? Porque también intervienen aspectos afectivos y emocionales, es decir, puedo saber los riesgos pero estoy involucrado en un proceso de cierta dinámica afectiva y sexual que va acercándome a la posibilidad de infectarme o de contraer el virus, y esto no tiene que ver con tener o no información”.
El investigador añadió que finalmente la decisión personal está condicionada por una serie de procesos, por las relaciones que establecemos y por cierto tipo de mandatos culturales por lo que no se trata de ejercicios libres, de ahí la importancia que las campañas de prevención e informativas focalicen sus esfuerzos a diferentes tipos de población.
Destacó que a esta problemática de cómo vive el paciente infectado con VIH o con Sida, hay que añadir factores estructurales que se relacionan con el papel de las instituciones de salud y cómo viven los pacientes la atención hospitalaria en esos espacios, porque hay quienes ha sufrido discriminación en este y otros ámbitos, porque el proceso de la infección de VIH también está inserto en la homofobia.
“Sería imprudente pensar que solamente las campañas de información o prevención pueden incidir en el tema del VIH porque no solo el uso del condón reduce esta problemática. Hay muchas otras opciones que permitirían vivir una sexualidad sin culpas, sin complejos, pero una sexualidad en la que se pueda ser responsable de las decisiones que se tomen”, finalizó el académico.
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