lunes, 19 de diciembre de 2016

SABERSINFIN

La resignación de los mexicanos beneficia a los poderosos.
Abel Pérez Rojas
“Analfabetismo político,  ignorancia y
resignación social son aliados de los poderosos ”.
Abel Pérez Rojas
México ha entrado en tal descomposición social que raya en los límites de lo vivible: corrupción rapaz, daños irreversibles a sus ecosistemas, desaparición de conquistas sociales, violencia sólo comparable con la de países en guerra, desmembramiento del tejido social… en fin, la lista es interminable.
Nos han llamado "el país del 'no pasa nada'", pues ante tales situaciones que nos afectan severamente sólo se anteponen conductas que denotan la resignación de nuestro pueblo.
La resignación social es la apuesta de un sistema controlado por mafias, unidas por lazos ocultos, que no responden a ningún partido político, ideología o nacionalidad, pero sí, en cambio, a la conservación exclusiva del poder político y, por supuesto, a la acumulación  insaciable de fortunas.
La resignación social origina la aceptación pasiva del estado de cosas, y no obstante la gravedad de lo que nos agrede dejamos de luchar y de buscar soluciones a nuestros problemas.
Pero, la resignación social, que provoca como una primera reacción la inamovilidad, no es producto de la generación espontánea.
La resignación social es una posible respuesta ante los estragos de la acumulación de reveses al estado de justicia, a la ineficiencia de las instancias legales en casos evidentemente arbitrarios, a las acciones de desarticulación de los liderazgos ciudadanos y la relajación de la ética propia y de los demás.
Lo cual no significa que la parálisis social sea la única forma de ser y de hacer.
México está contaminado por la resignación social, por eso la inmovilidad permite todo aquello que para otros pueblos es impensable.
Para ilustrar un poco lo que le vengo contando le sugiero la revisión de una encuesta realizada por la empresa Demotecnia (junio 2011) cuyos resultados se dieron a conocer bajo el título “La estoica resignación de los mexicanos”, en la cual se obtuvo que ocho de cada diez mexicanos es apático por las consecuencias que podría ocasionar protestar públicamente contra aquello que no estamos de acuerdo.
Me llama la atención que dicha encuesta registra que el 57 por ciento de las personas consultadas dijo que no creen que con las protestas se pueda incidir en las decisiones de quienes nos gobiernan.
¿Se imagina usted cuántos movimientos sociales no hubieran sido posibles si así hubiesen pensado quienes los realizaron?
Son felices con los altos niveles de apatía de los mexicanos quienes desean que las cosas no cambien para que sigamos sometidos a condiciones injustas.
La apatía social, esa a la que contribuimos con nuestra resignacion e inamovilidad, se revierte con pequeñas y grandes acciones que develan formas de vida más justas.
Por ejemplo, con el fortalecimiento de nuestros colectivos sociales, como la transición de la labor aislada a la conformación de comunidades emergentes, como la resistencia y combate a la corrupción, con el hacer lo correcto en nuestro espacio vital, pero, sobre todo, al no darse por vencidos y luchar toda la vida para contagiar a otros más.
La resignación social se combate haciendo… no hay de otra.
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.


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