lunes, 27 de junio de 2016

COMPARTIENDO TU OPINIÓN

Disciplina positiva: cuatro autores,  un excelente resultado.
Salvador Calva Morales
Hoy en día padres y maestros ya no sabemos qué hacer con los niños. Nuestros retos implican lidiar con berrinches cuando son pequeños, pero también con rebeldía y revanchismo cuando son adolescentes… en fin, esto parece una espiral sin salida.
Más de una vez, mi generación ha referido cómo nuestros padres nos gobernaban apenas con una mirada incisiva. Hoy, esto ya no funciona. Muchos pensamos ¿cómo se logra meter en cintura a los mounstretes que trepan por toda la casa, no obedecen a nadie, y cada día están más distraídos? ¿Con halagos?
Para la generación joven y para los adultos hay una salida, se llama disciplina positiva.
Innumerables estudios demuestran los resultados de la disciplina positiva. Por ejemplo, en una escuela de Sacramento, California,  llevó a disminuir las suspensiones de 64 a 4 por año solamente, el vandalismo pasó de 24 episodios a 2, y los maestros reportaron una mejoría en el ambiente de la clase, el comportamiento, las actitudes y el rendimiento académico.
Descubrir el fin inconsciente que persigue el niño en un momento determinado con su conducta perturbadora -que es el de llamar la atención y buscar pertenencia-, y enseñarle como puede  actuar de forma más adecuada,  es el secreto.
Invitar a los niños a que ayuden a establecer las rutinas que han de seguir, de un modo divertido, con dibujos y horas, facilita las tareas con las que deben de cumplir de manera sistemática.
Puede cambiar la conducta de los chicos el dejar de halagarlos, pero alentar la autogestión y responsabilidad, así como tratarlos con respeto y amabilidad o bien describir  lo que ocurre en los momentos caóticos, sin gritos, ofensas, reprimendas, conectando con nuestros sentimientos al respecto y dando indicaciones precisas de cómo debieran ser las cosas.
Ser amable, pero firme, y enseñar a los niños el valor de ser persona, mostrarles cómo desarrollar por sí mismos algunas  tareas para las que están capacitados les permite aquilatar su aportación y colaboración, hace que se sientan valiosos y que pertenecen. 
Estas son algunas de las premisas de la disciplina positiva. Y, sin duda alguna, estos temas debieran ser parte también del ambiente laboral.
Todo comenzó en la década de los años 30’s. Alder Adler fundó los Child Guidance Centers para enseñar a padres y maestros métodos pedagógicos alternativos, primero en Viena y luego en Estados Unidos. Fue Rudolf Dreikurs, quien demostró cómo fomentar la coparticipación, el diálogo, la autodeterminación, la responsabilidad compartida entre todos los miembros del grupo o familia.
Fue hasta la década de los años 80 Lynn Lott y Jane Nelsen aterriza las ideas de los dos psicólogos ya mencionados en temas de aplicación práctica.
Jane Nelsen  escribió en 1981 su primer libro: Disciplina Positiva. Ahora son  17 libros, algunos de ellos en coautoría con Lott, que exploran el uso de disciplina positiva en muchos ámbitos: para los padres que trabajan, los padres solteros,  para familias ensambladas, una guía para  maestros, la formación en los tres primeros años, y la formación de los adolescentes.
Tenemos mucho que aprender ¿no lo crees así?, amigo lector.
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.



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