martes, 25 de septiembre de 2018


Humberto Salazar Ibargüen, partícipe de los hallazgos más importantes en la física de partículas del siglo XXI
Colabora en tres de los proyectos internacionales más relevantes para la ciencia moderna: el LHC y los dos observatorios más grandes del mundo, el HAWC y el Pierre Auger
El 2017 fue un año afortunado para Humberto Salazar Ibargüen, destacado físico de la BUAP. Dos de los proyectos científicos de escala internacional en los cuales participa arrojaron resultados que expanden la comprensión de la humanidad sobre el Universo.
En el Observatorio Pierre Auger, en Argentina, se detectó que los rayos cósmicos de muy altas energías, que bombardean permanentemente la Tierra, proceden de fuera de la Vía Láctea, un misterio astronómico de más de medio siglo que hasta hace unos meses encontró respuesta. Mientras que el recién inaugurado observatorio HAWC, en Orizaba, dio datos contundentes que refuerzan la existencia de la materia oscura que se cree representa 80 por ciento de la materia-energía del Universo y de la cual se sabe casi nada.
Los artículos que dan cuenta de estos avances, con Salazar Ibargüen como coautor, fueron publicados en 2017 por la prestigiosa revista Science. Fue un año afortunado para este científico nivel III del Sistema Nacional de Investigadores. También lo fue para la ciencia.
Salazar Ibargüen, el científico de la BUAP citado en la evidencia del bosón de Higgs
El investigador inició su destacada trayectoria en el estudio de las ondas gravitacionales, predichas por Einstein hace cerca de 100 años, en su famosa Teoría de la Gravitación Universal, la cual cambió para siempre los conceptos de espacio y tiempo. El doctor Salazar perteneció al grupo de físicos teóricos, blanco de críticas y burlas de colegas que no creían en la existencia de ondas gravitacionales.
Y es que había motivos. El físico alemán estaba convencido que estas ondas no se podrían detectar, debido a que serían imperceptibles al llegar a la Tierra, al originarse demasiado lejos. Su detección en LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) hizo posible la declaración de su existencia, 100 años después.
“Es increíble”, respondió el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología “Luis Rivera Terrazas” 2016, cuando se le preguntó cómo se siente al haber realizado aportes a un hallazgo científico tan fascinante, como la comprobación de la existencia del bosón de Higgs, en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), medio siglo después de su teorización.
“Es increíble la capacidad del ser humano para prever con tanta antelación y que la humanidad tarde tanto en descubrirlo. Esto te ayudará a entender qué es lo que se siente”, agregó Salazar Ibargüen, el único científico de la BUAP citado en la evidencia de la “Partícula de Dios”, fundamentalmente por todo lo que se tiene que desplegar, tanto en recursos económicos, como en capital humano, para contestar preguntas tan fundamentales, como ¿de dónde proviene todo lo que se conoce?
Por el descubrimiento en 2012 de este bosón, llamado “Partícula de Dios” por ser la única con la magnífica cualidad de dar a toda materia su masa, François Englert y Peter W. Higgs recibieron el Nobel de Física. Salazar, en cambio, un galardón nada despreciable: The 2013 High Energy and Particle Physics Prize, otorgado por la European Physics Society.
Ser parte de uno de los avances más importantes del siglo XXI en la física de partículas fue gracias a que desde 2006 ha sido coordinador y representante de la BUAP en el experimento CMS (Compact Muon Solenoid), del LHC, del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN).
El LHC es un instrumento que choca átomos a grandísimas energías, porque solo así es posible conocer el comportamiento de las partículas elementales -unidades extremadamente pequeñas de materia- y explicar el origen del Universo, pues estas condiciones son muy similares a las del Big Bang o el inicio del todo.
En el CERN, en Ginebra, Suiza, colaboran 3 mil 500 científicos, 11 de instituciones de educación superior mexicanas. Como miembro de este equipo, intervino en la instalación y pruebas del detector CMS. En la parte del análisis teórico colaboró en algunos decaimientos del Higgs. Tuvo que pasar 50 años para que lo previsto por Peter W. Higgs quedara demostrado experimentalmente.
Egresado de la Licenciatura en Física de la BUAP, la maestría y el doctorado en Física en el Cinvestav del IPN, y posdoctorado en Alemania, además de formar parte del grupo de investigadores que desarrollan estos importantes proyectos internacionales en el área de la física experimental en altas energías, Salazar Ibargüen es el representante de la BUAP en las tres colaboraciones internacionales.
Así también, por seis años fue coordinador adjunto de sitio del citado HAWC (Hight-Altitude Water Cherenkov Observatory), y por seis años responsable del detector de superficie del Obsevartorio Pierre Auger. De las principales publicaciones científicas derivadas de ambos proyectos, colaboraciones a cargo de los dos observatorios más grandes del mundo, él ha sido coautor de diversos artículos, algunos en Science, como los antes mencionados.
Pionero en la formación de grupos de física experimental de rayos cósmicos y de altas energías en la BUAP, el doctor Salazar es coautor de 695 publicaciones en revistas indizadas de alto impacto. Sus trabajos suman más de 39 mil 449 citas, cifra que revela el interés y la confianza de sus colegas en su producción científica. Cabe destacar que de sus artículos, cuatro estuvieron en el top cinco de las publicaciones más citadas de la Máxima Casa de Estudios de Puebla, en el periodo 2010-2014.
Socio del tiempo
Además de participar en estos tres proyectos internacionales de indudable repercusión científica a nivel global, el doctor Salazar, actual director de Cómputo y Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la BUAP, también ha sido representante institucional en TUS (Tracking Ultraviolet Set up), un dispositivo para seguimiento ultravioleta para la detección de rayos cósmicos ultraenergéticos desde el espacio, instalado en el satélite Lomonosov.
Así también, quien de 1992 a 1996 fue director de su unidad académica, la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, y de 2012 a 2014 presidente de la División de Partículas y Campos de la Sociedad Mexicana de Física, es representante de México en la colaboración LAGO (Latin American Giant Observatory), con la que se estudia los Gamma Ray Burs y la física solar a escala global.
Por si fuera poco, también ha destacado en la gestión e implementación de proyectos científicos de ciencia básica, así como de redes temáticas de Conacyt. Hoy en día es el director General del Laboratorio Nacional de Supercómputo del Sureste de México, el cual por cuarta ocasión ha recibido apoyo del Conacyt, a través de las convocatorias para la consolidación de laboratorios nacionales.
-¿Por qué un país como México necesita de la ciencia?
-Yo diría que no solo México, sino que toda la humanidad necesita entender dónde vive, el planeta, la naturaleza… Entre más gente se dedique a la ciencia, más conocimiento habrá en el resto de la población. Hay mucha gente que quizá no se vea atraída por entender porqué las cosas son como son, pero hay algunos que sí. Desde mi niñez siempre me pregunté cómo funcionaba el mundo y por qué es de cierta forma, cuáles eran los principios básicos. Cuando me acerqué a la física me di cuenta que por definición era lo que buscaba: las leyes básicas de la naturaleza. Y dije “de aquí soy”.
-¿Cómo se dio ese interés?
-Yo creo que es algo natural. Desde cuando uno es pequeño y empieza a convivir con otros niños, uno se va dando cuenta que las cosas tienen estructura. Que no hay nada sin sentido o sin una lógica. A algunos nos atrae esa estructura. Es una característica de ciertas personalidades, entender y explicar todo, porque si no lo hacen no se sienten cómodos, y yo estoy dentro de ellas. Basé mi carrera en lo anterior y me ha dado muchas posibilidades de tener cosas maravillosas.
-¿Cuál debe ser el plan de crecimiento en materia de ciencia que debe impulsar el país?
-Reconocer a quienes se dedican a la ciencia básica, por la importancia que tiene. Reconocerlos también económicamente. Sería muy sano que sus ingresos, en lugar de estar tan dispersos entre salarios, becas y estímulos, se asignen en un salario integral. Esto seguramente les daría estabilidad y la posibilidad de transmitir su conocimiento más ágilmente, motivando además a las nuevas generaciones. A mí siempre me tocó ver que decían “ser científico no es algo atractivo, en términos económicos”. Yo puedo decir que si uno busca todas las opciones de financiamiento, sí es algo atractivo y sustentable, pero podría ser más fácil.
En relación con su labor en la formación de recursos humanos, Salazar Ibargüen ha dirigido siete tesis de doctorado, 15 de maestría y 19 de licenciatura. Varios de sus alumnos ya pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores y cuatro forman parte de la planta académica de la BUAP.
-¿Cómo debe la universidad pública responder a las necesidades actuales?
-Afortunadamente la universidad pública ha dado soporte a la ciencia básica y debe seguir así. Cuando se cuenta con un grupo de investigadores muy consolidado y fuerte, existe la oportunidad de hacer más ciencia aplicada, como aplicaciones tecnológicas, incluso emprendimiento. Entonces, la universidad pública debe fortalecer económicamente estos grupos para que sean la plataforma del desarrollo tecnológico y del emprendimiento que tanto hace falta.
El doctor Salazar ibargüen posee una trayectoria de 35 años como profesor en la BUAP. “La Universidad y Conacyt siempre me han apoyado. No me puedo quejar”, comentó. Destacó que en su área de trabajo, la física experimental en altas energías, sin la colaboración entre investigadores de muchos países, de instituciones de todo el mundo, sería imposible desarrollar experimentos como los mencionados.
“Esto permite no solo resolver preguntas que uno se hace como ser humano, sino a la vez conocer gente de todo el mundo. Hay que ver cómo una pregunta básica, como la existencia del bosón de Higgs, se resuelve en la práctica a través de una construcción -de inversión millonaria-, a partir de colaboraciones de muchas investigaciones, para hacer análisis impresionantes en computadoras inteligentes. Todo eso solo para contestar una pregunta de hace 50 años”.
Hubo que pasar medio siglo para dar por válida la propuesta teórica de Higgs. Con su detección se explica el Modelo Estándar de la Física de Partículas, el cual, a su vez, describe los bloques fundamentales del edificio del Universo: las partículas elementales. “Este tipo de hallazgos es lo que nos espera si nos animamos a entrar a un área científica de este tipo”, agregó.
La teoría gravitacional de Einstein sugiere que el tiempo transcurre a diferentes ritmos según la región, por algo llamado potencial gravitatorio. Entre más grande sea la distorsión del campo-tiempo por la gravedad, más lento será el tiempo. Esto explica muy bien las diferencias –de nanosegundos- entre varios relojes atómicos colocados en diferentes altitudes, pero para nada la relación de Salazar Ibargüen con el tiempo, que en su caso pareciera transcurrir mucho más despacio.
Y es que la pregunta obligada es sobre su capacidad de estar en tantos proyectos interinstitucionales, siempre con un rol neurálgico y una actitud positiva, jugar futbol regularmente y darse la oportunidad de entrenar y escalar en tres ocasiones el Popocatépetl. Quizá sea su forma de entender la lógica de la naturaleza; o solo hizo del tiempo, su aliado.


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