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miércoles, 3 de mayo de 2017

Proyecta Alejandro Hernández-Cárdenas, médico juarense técnica forense a nivel mundial

  · 15/08/2015
        ·   HÉRIKA MARTÍNEZ PRADO
Sus ojos fueron comidos por las aves y su piel negrizca, como un carbón, quedó casi pegada a los huesos. Para la Fiscalía General del Estado (FGE) se trata solo de un “masculino no identificado”, el 978, encontrado muerto hace cuatro meses en el desierto de Chihuahua, pero el padre de la rehidratación de tejidos descubrió algo más en su largo cuerpo putrefacto.
Después de 400 casos de rehidratar partes de cuerpos y más de 30 cuerpos completos, el perito médico en odontología legal y forense y en rehidratación de tejidos, Alejandro Hernández– Cárdenas Rodríguez, mostró a NORTE de Ciudad Juárez cómo logra revertir la momificación y putrefacción para regresar los tejidos casi a su estado natural.
Doce años después de haber comenzado con sus primeras pruebas, el juarense se ha convertido en una eminencia mundial en las ciencias periciales, y gracias a su trabajo pudo descubrir que el MNI/978 nunca cometió algún delito y se llamaba Marcos, o al menos ese es el pequeño tatuaje que encontró en el lado derecho de su pecho después de tratarlo con sus químicos secretos.
El cuerpo fue encontrado hace unos cuatro meses, tirado en el kilómetro 30 entre Villa Ahumada y el poblado de Benito Juárez, a unos metros de la carretera.
Aparentemente murió de un infarto.
Al parecer fue hallado a los pocos días de haber muerto, porque estaba en estado de putrefacción y no alcanzó la momificación, un fenómeno que ocurre rápidamente debido a las altas temperaturas que se registran en el desierto.
Se creía que tenía entre 30 a 35 años de edad, pero después de permanecer cuatro meses en el Laboratorio de Ciencias Periciales de Ciudad Juárez, fue rehidratado por el perito Hernández–Cárdenas Rodríguez.
Apoyado por el prodisector Pedro Iván Ramos Rocha, de 26 años, el descubridor de una nueva ciencia colocó el cuerpo de aproximadamente 1.70 metros de estatura en el “jacuzzi”, como le nombra graciosamente a la tina de 1.83 metros de largo, 1.20 de ancho y 1.40 metros de profundidad, donde cubre los cuerpos con 250 litros de los químicos incoloros.
Aunque el doble par de guantes, la bata destilada y el cubre bocas por momentos no son suficientes para soportar el fuerte olor que arrojan los líquidos que guarda el cuerpo, la pasión por su trabajo, los 13 años del rehidratador y los 10 años de prodisector en el Servicio Médico Forense de Ciudad Juárez parecen superarlo.
Con solo 4.50 pesos el juarense es capaz de rehidratar un dedo y apenas 400 pesos son suficientes para rehidratar un cuerpo entero y poder descubrir características propias como sus rasgos faciales, detectar tatuajes, lunares, perforaciones, defectos en la piel, arrugas, estrías, cicatrices, si se inyectaba drogas, traumatismos, moretones o mordeduras.
La solución no es tan corrosiva, porque el esmalte permanece en las uñas; tampoco es muy tóxica, porque han sobrevivido gusanos encontrados en las víctimas, asegura sobre el sueño comenzó en 2003.
Al ver el gran número de cadáveres que no lograban ser identificados en la ciudad, comenzó a experimentar el procedimiento, con el fin de acercarlos a su familia.
Recuerda que cuando les comentó a sus jefes que quería rehidratar los tejidos de los muertos le preguntaron “que si les iba a dar Clamatos a los muertos, si estaban crudos, o por qué los iba a rehidratar”.
Pero finalmente lo apoyaron, y ese mismo año comenzó a trabajar con dedos momificados a los que les inyectaba glicerina, “y la aguja salía por el otro lado”, por lo que comenzó a probar con distintas soluciones hasta que logró dar con la fórmula que con los años ha ido mejorando.
A principios de 2004 pudo obtener la primera huella dactilar de un dedo.
“Todos los días iba a ver mi dedo y un día llegué y parecía un dedo normal, y lo primero que pensé fue que me lo habían cambiado por otro dedo; me enojé y me peleé con todos, hasta que me dijeron que nadie lo había cambiado y comencé a observarlo y era el mismo”, compartió.
En 2008 rehidrató el primer cadáver completo, y debido al extremoso calor de Ciudad Juárez y sus alrededores, en el verano son localizados más cuerpos putrefactos o momificados.
Siete años después de aquel primer cuerpo, su trabajo ha ido mejorando. En su tercer día, la cara de Marcos y gran parte de su cuerpo ya se habían rehidratado, pero sus manos permanecían rígidas.
La cara tarda menos tiempo porque “el tejido es más blando, más noble, es de más fácil reacción”, mientras que las manos duran más porque tienen más queratina, “y más aún si es una persona que trabaja mucho con sus manos, como un obrero, un jornalero, tienen sus manos mucho más callosas”, explicó.
Hay cuerpos que reaccionan en cuatro días, mientras que otros se llevan hasta ocho. Los que duran más son los momificados, pero en ellos también se logran recuperar mejor las características naturales de los tejidos, aseguró su descubridor.
El quinto día estaba listo, y tras abrir el “jacuzzi” con el líquido ya café, no solo salió nuevamente el penetrante aroma de los químicos fusionados con fluidos del cuerpo putrefacto, también descubrió la nueva textura de la piel, similar a simple vista a la de un pedazo de cuero en escabeche.
Con ayuda de una grúa especial compuesta por una red amarilla levantada por un arnés Marcos fue sacado, y después de escurrirse por unos minutos fue colocado en una mesa de metal para ser revisado.
Por momentos el olor parecía ser mucho más fuerte, pero Pedro Iván aseguró que le estorba trabajar con el cubre bocas y se lo quitó para poder secarle cuidadosamente las manos y luego tomar sus huellas dactilares, mientras el perito revisaba el cuerpo y tomaba fotografías de todo el proceso.
El calor excesivo y la tierra árida acartonan la piel, las larvas de las moscas que depositan sus huevecillos no sobreviven, los animales carroñeros no les gusta la carne seca; pero las aves o algunos gusanos sí suelen comerse los ojos, dijo Hernández–Cárdenas.
La putrefacción es un fenómeno destructivo en la que se segregan gases, y las bacterias proliferan exageradamente.
El color oscuro puede confundirse con las heridas y altera el volumen de rasgos como labios, nariz, mejillas y mentón, agregó.
Al rehidratar el cuerpo de Marcos, el integrante de la Academia Mexicana de Investigadores Forenses (AMIF) descubrió que en realidad se trataba de un hombre de entre 45 y 50 años, 10 años más de los que se pensaba en un origen.
Después de analizarlo, Pedro Iván se percató de la característica más importante descubierta tras la rehidratación: el tatuaje con el nombre en el pecho, justo a la altura de la abierta de la necropsia.
“Vemos que arriba de la tetilla del lado derecho presenta un pequeño tatuaje con la leyenda ‘Marcos’? Ya nada más con que digan ‘traía un pequeño tatuaje con el nombre’ es suficiente para poder lograr la identificación y poder iniciar una investigación sobre los hechos que le pudieron haber causado la muerte”, destacó el inventor.
Contentos de haber podido descubrir el tatuaje, los forenses depositaron nuevamente en la bolsa negra de cadáver para colocarlo en el depósito de cadáveres del SEMEFO, donde permanecerá por tiempo indefinido en las cámaras de refrigeración, y de no ser reclamado será inhumado en el panteón municipal San Rafael.
Al cotejar las huellas con las bases de datos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) no se encontraron antecedentes penales, por lo que el rehidratador cree que pudo tratarse de alguien que padecía de sus facultades mentales y al caminar por el desierto sufrió un infarto.
Este año, el médico juarense de 57 años podría obtener finalmente la patente de su fórmula por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), para poder responder a solicitudes como las del FBI y el Ejército de Estados Unidos, que quieren ser capacitados para aplicar allá sus conocimientos, aunque ya ha compartido parte de su trabajo en diferentes congresos internacionales.


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